Reflexiones para tí.

La gran batalla final

Vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas; pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso. Apocalipsis 16:13, 14.

Nuestro texto de reflexión para hoy nos habla de la gran batalla final entre Dios y Satanás, el bien y el mal, la verdad y el engaño. Lo notable es que se nos dice que estos poderes “son espíritus de demonios, que hacen señales” (vers. 14).

Aquí aparece un elemento que ya hemos señalado anteriormente que es el uso de lo “milagroso”, lo “sobrenatural”, lo espectacular y sensacional como herramienta para cautivar la atención y la credulidad de la gente a fin de realizar una obra diabólica de engaño.

No te engañes: no todo lo milagroso, 1o sobrenatural, proviene de Dios. No se pueden negar algunos “milagros”, algunas manifestaciones sobrenaturales. El fenómeno existe, y es innegable. Pero no te olvides de que en el mundo sobrenatural no existen solamente Dios y sus ángeles, sino también Satanás y sus secuaces, y estos ángeles caídos aún conservan un gran poder a pesar de haberse apartado de Dios.

Satanás puede mover objetos; provocar desastres; hacer que la gente se enferme y luego sanarla; representar el “alma” de algún ser querido que hemos perdido y comunicarnos a través del “espíritu” de ese ser querido, mensajes engañosos opuestos a la verdad de Dios y a su bondad infinita. Recuerda que el mismo Satanás se puede disfrazar como un ángel de luz (2 Corintios 11:14), y que tratará de hacerse pasar por Cristo (Mateo 24:23, 24). e ‘

Esta es la obra de engaño por excelencia y tienes que prepararte para hacerle frente, pues el enemigo tratará de engañar, de ser posible “aun a los escogidos”; es decir, a los seguidores de Cristo. Tu única seguridad consiste en aferrarte de la información que te brinda la revelación especial de Dios, la Biblia, y tener como principio rector de tu vida la fe en Dios (es decir, tu confianza en él, en su sabiduría. poder y amor infinito) y la obediencia a su voluntad revelada en la Biblia.

Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El Tesoro Escondido”
Por: Pablo Claverie






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